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El Cuento Cooperativo

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MIAU

Había una vez una chica vivaz, que amaba los gatitos y quería ser uno. Un día  la lluvia amasó el calor y abrió un espacio- tiempo alegre y risueño, que la llevó desde sus ojos hasta aquí, porque ellos eran el inicio del mundo. Sus garras y patas se estiraron y tomaron lugar en mi alfombra.  Ella me trajo  felicidad y paz interior. Cuando llegó, mi amor siempre habían sido los lirios, pero mi asma me lo impedía, sin embargo ella que parecía un diente de león ocupó su lugar. Roxana era una nota musical.

Ella y mis tertulias eran mi felicidad, me gustaba  compartir con gente linda,  que encontraba en la lectura la sabiduría para la vida. Mientras hacía las lecturas,  ella sonaba a invasora,  con sus rimas miau, ella era verdaderamente encantadora.

 Un día se cayó al fondo el estanque, de inmediato corrí a socorrerla, pero no logré sacarla del agua. Sin embargo, sorpresivamente de un salto emergió del fondo, soltando un alarido, que sonó a una canción. Y desde ese día, ella y yo somos un par de poetas y locos, de lo que todos tenemos un poco, creamos música y candor. Escribimos para alegrar el corazón y el pensamiento, con él que se va el malestar y afloran buenos sentimientos.  

(Omar Gómez Vega, Leonardo V., I.R.A, Roxana, Sancha B., A.S.R., Xinia Valverde, Giselle Taylor, Nello R.)

 

 

EL QUESO

Si la luna es de queso, en ella hay ratones. ¿Será que la luna es de queso? Cada ratón de la aldea soñaba viajar a ella y descubrir un queso diferente. Había el grupo que pensaba hallar queso azul. Siempre se preguntaban ¿Donde podré hallar mi queso soñado? ¿Dónde te encontraré? ¿Estará en el azul del cielo? ¿Tal vez en la luna? ¿A caso me gustara tanto como me gusta el de la Tierra? A que sabrá el queso azul lunar. También estaban los que anhelaban el queso rosado, y por eso los ratones vivían en guerra pues cada uno creía que su queso era el mejor.

Pero había quienes se amaban a pesar del odio de su gente. Henry era de los azules, y Camile de los rosados. Un día se les ocurrió una idea. ¿Por qué no hacemos un queso combinado? ¡Hagamos un queso morado! ¡Hagamos el mejor de los quesos!

También crearon diferentes recetas, para hacer queso de colores y de diferentes sabores, para compartir en el desayuno y tomar el café. Entonces los roedores lograron la paz. Así, los ratones empezaron a pasar un buen rato haciendo queso en el campo. Disfrutaban del café en su hermoso florecer, se paseaban por el rojo en sus canastos y disfrutaban  del olor de sus flores. Comían almuerzos en hojas con queso, tarta de huevo y frijoles encebollados. ¡Qué belleza el atardecer en los cafetales!

Entonces un buen día, cayó una lluvia de queso mágico. Parecía venir de la luna.  Cuando los ratones comían sus migajas podían hablar con los humanos. Pero a Henry a Camile no les gustaba hablar con ellos, porque solo de tristezas y complicaciones charlaban. Al lugar llegó un humano cabizbajo, de pocas palabras y su apellido era Racumín, heredero de la fortuna matarratas de la familia Racumín.

Entonces los ratones empezaron a desaparecer, se decía que como hablaban se habían ido a la ciudad a buscar un mejor trabajo en la capital, pero nunca más se sabía de ellos. Henry y Camile prefirieron ocultarse. Pero una noche, cuando la luna se asomó tímidamente. Camile curiosa, intentaba descubrir que ocurría, permanecía escondía detrás de una roca junto al lago, donde se decía, habían visto a los ratones desaparecidos por última vez.

Al lugar llegó Henry, quien la estaba buscando  desde hace horas, traía una noticia importante. Sentía que lo seguían y estaba temeroso. La encontró junto a un queso azul con dulces rojos, parecía dormida. Entonces intento sacudirla pero ella no respondía. Había llegado tarde. Pero no la podía dejar sola. Así que comió un poco de queso y se echó a dormir.

 (Paulina, Julio, Arleth Bardawell, Xinia, Y.B.J., Marino)

 

LA TORMENTA

Los días soleados son los más predecibles, te ilumina la luz del sol, desayunas si te da tiempo, alistas el paraguas, porque claro...podría avecinarse una tormenta. Sin embargo, hace tanto que no llovía que había olvidado el olor a tierra mojada, las plantas escondían su verdor y los animales en la sombra anhelaban la caricia del goteo. Ese día sería diferente, pero aún no lo sabían, ese día caería un torrencial aguacero que nadie olvidaría. El aguacero vino para borrar todo. Borró las huellas de los que caminaban adelante, hasta las memorias de otros caminos recorridos. Y dejó un lienzo limpio para empezar otra ruta, otras historias.

Ahí fue cuando la conocí a ella, llegó no sé dónde, no sé cómo, solo sé que estabas ahí, la vi, y esa sonrisa preciosa, que dejaba expuestos dos hoyuelos, me hicieron darme cuenta, que el color chocolate no era tan malo. Sus ojos azules y su piel morena eran la tormenta perfecta. Desde ese día pude visualizar las cosas de otra manera y empecé a reflexionar sobre todo lo que había a mi alrededor. ¡Era un niño en una juguetería! ¡No paraba de emocionarme! Me deslumbré por los colores nunca pensé conocer, sería la cúspide para adentrarse en un mundo completamente diferente a lo habitual. Ya el mundo no era blanco y negro, ahora  tenía una gama de colores que mostrar.

Pero la tormenta que nunca fue anunciada, tenía un gran problema, era prohibida, era de otro amor, lo que le recordaba que nunca podría amarla. Esa mujer fue la tormenta perfecta que arrasó lo que había a su paso. Por eso, poner amor en una mujer es como escribir en el agua, echar hielo en una fragua o en el mar un alfiler. Amarlas sería un error, odiarlas no puede ser, por eso será mejor quererlas de cierto modo pues ni quererla de al todo, dejarlas de querer.

 

(Mariano Vega, Priscila Arias, Dave Tikicia Toys, Óscar Durán Parra)

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