DAYANA BENAVIDES
¿Recuerdan la letra Palmer? Esa que nos sacó cayos en los dedos. Aún tengo las marcas en mis manos de esos días. Los árboles que se perdieron para producir el mar de hojas que copiaban las maestras con esos esténcils, para que cada día hiciéramos una plana. Carpetas marrones llenas de repetitivas oraciones sin sentido.
Ay de nosotros sí nos portábamos mal, había ración doble o triple de caligrafía, y nos quedábamos sin recreo en el salón a escribir, por ejemplo, no debo hablar en clase. Todavía me preguntó qué había de malo en conversar. Y después, cuando llegamos a adolescentes, y nos quedamos callados al exponer o no queríamos intervenir, se quejaban. ¡A caso no nos pidieron por años que nos calláramos!
La falta de una tilde en una palabra ¡Era un sacrilegio! y si eran varias, hasta un jalón de orejas te ganabas por bruto…si, hasta tenían el permiso de insultarte y los padres aprobaban eso ¡Esa era una maestra modelo, que infundía disciplina y respeto! Decían. También era correcto que te humillaran frente a la clase, colocándote de pie en un rincón mirando a la pared.
Pero ahora, a los chicos, hasta en letra de molde los dejan escribir, porque para la mayoría de los casos, con que sepan teclear, todo está bien. Y con esas facilidades, hasta se comen las letras, y hacen abreviaciones extrañas, sin contar, que aunque tiene ayuda del corrector. ¡Cometen unas barbaridades! No sé si era mejor nuestra retro escuela de antes o es mejor la educación ahora. Pero de que era muy diferente, si lo era.
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